El pequeñajo lo miraba, fija, fríamente; como culpando a un rencor.
Un silencio congeló la sala
Ahí devino la avalancha de los diezmil abrazos de sanidad que le cayó en la cabeza a Esponda y lo dejó con un hilo de vida
-No hay caso, deliraba en la ambulancia. Este guacho tiene algo
Ay qué bueno que sigue Everton!
ResponderBorrarYo vibro que Everton tiene poderes como el niño de Sexto Sentido y ve gente muerta.
ResponderBorrarEsponda, esclavo del saber académico y de una conciencia turbia, pagará sus culpas. Digo yo, lo vibro.
Ummm... y el regreso del pequeño en Pascuas...vendrá a decirnos algo?
Estoy inquieta.
estoy leyendo el blog como novedad
ResponderBorrarsaludos
muy bueno
Pongan las fechas completas a los comentarios, please.
ResponderBorrarUn amigo.