domingo, noviembre 22, 2009

SOBRE LA IMPROBABLE CONVICCIÓN DEMOCRÁTICA DEL PUEBLO URUGUASHO (O AL MENOS MONTEVIDEANO)

La gran tradición democrática del pueblo uruguayo. Uno de los lugares comunes usado por periodistas y politólogos a la hora de la cobertura de las elecciones, parece ser si lo miramos un poco más de cerca, eso, no más que un lugar común.
Quienes sostienen lo anterior se basan en dos o tres argumentos:


























  1. La relativa escasa cantidad de períodos dictatoriales
  2. La alta participación histórica en las urnas
  3. El resultado del plebiscito del 80 (donde ganaron los "demócratas" contra los "miliqueros"
  4. El resultado de alguna encuesta en que los uruguayos en su mayoría sostenían que la democracia les era cara.

Bueno, yo entiendo que no es así y me baso en lo siguiente:

Sobre el punto 1 creo que eso está determinado por coordenadas mucho más complejas que la voluntad de una población dada, y que frecuentemente son dadas cuestiones más regionales y a veces extra regionales que la propia voluntad de la población en cuestión. Como ejemplo podemos ver la "operación cóndor"
El punto 2 se sostiene básicamente en que el voto es obligatorio, así que no vale
El punto 3 omite referir que cerca de un 40 % de los uruguayos no apoyaban la salida cívica, prefiriendo la opción militar. Es un porcentaje importante
Y el punto 4 se puede rebatir viendo como no es lo mismo decir que hacer.

La Democracia como casi todos sabrán es una forma de vida relativamente no heroica, donde nuestros pequeños triunfos y miserias se desarrollan en un escenario no muy cambiante y sin sorpresas, donde cada tanto elegimos a quienes entendemos deben gobernar nuestro país en lugar de nosotros por un tiempo.

Hace ya algún tiempo, que al menos en MVD, se escucha la opinión de tal o cual (siempre en el ámbito de lo privado) donde se sostiene que está mal que el voto sea obligatorio, que así se le saca la libertad al mismo, que debieran votar sólo los que quieren, etc.
Paradójicamente quienes ésto sostienen, muchas veces opinan que el plan del MIDES es asistencialista y que no se le puede otorgar a la gente dinero o bienes sin la obligatoriedad de una contraparte.
Y qué pasa con la democracia. Más allá de los extremos que bregan por un asambleísmo permanente, lo único que exige la pobrecita democracia uruguaya es que cada tanto vayas a un lugar y pongas un papelito en una urna. Nada de heroicas cruzadas por las cuchillas ni bombardeos suicidas en la feria de Tristán Narvaja.
Un votito, no parece demasiado para lo que nos da, y sin embargo para muchos es un precio demasiado caro.

En segundo lugar, la democracia uruguaya exige a los empleados públicos y a los escribanos, que cada vez que hay elecciones vayan a un cursito que dura poco y luego se coman un garrón de todo un domingo metidos en algún lado formando la mesa, contando los votos y llevando la urna con toda la documentación a algún lado.
Más allá de algunas incoherencias (los funcionarios de empresas privadas, los empresarios, los desocupados) no participan de ésto y de que deja la entrega de la urna a las posibilidades del presidente de mesa (debe entregarla por sus propios medios, ni la corte ni nigún ente del estado le provean transporte), hay que volver a concluir que no es demasiado.
Sin embargo, año tras año a la corte le resulta más difícil armar las mesas.
Los orientales le huimos a esa convocatoria.
Como primer manotazo de ahogado se recurrió a los escribanos, y pagándoles. Sólo que les resulta casi lo mismo o más barato pagar la multa.

Entonces, vemos que la democracia es muy modesta y no es exigente, demanda muy poco a cambio de mucho. Quienes vivimos en dictadura lo supimos padecer.
Sin embargo o la memoria es corta o la ignorancia y el egoísmo en la calle y de la mano son mucho más que dos.

Hoy, yo no me animo a decir que los uruguayos tenemos una profunda raigambre democrática.
Revisen la data, es abundante.