lunes, diciembre 13, 2010

The awful truth

- Creo que eso pasó el mismo año en que mi viejo se fue de casa.
- Si a mi me pegó. Tendría unos ocho o nueve años.
- No, para nada, yo había notado un enfriamiento en los últimos tiempos, pero nada más, ni un grito, una discusión, nada.
- Le comunicó a la familia un día, y se fue al otro. Pero visto ahora parece que se hubiera ido yendo a lo largo del tiempo. Por ejemplo el día 0 se llevó nada más que la música y la torre del PC. Ni siquiera ropa. Después a medida que necesitaba las cosas se las iba llevando. La mayoría de sus libros quedaron.
- No, habíamos quedado en no hablar de mi madre.
- Como te decía, se fue yendo de a poco, y su aspecto fue evolucionando. Un rictus primero, una actitud evasiva, y lo más sorprendente la evolución de su densidad corporal.
Se fue transparentando. Cada vez más. Primero la piel que dejaba ver los planos musculares, grasa, vasos y nervios. Después, como a los cinco años, la capa muscular también se hizo transparente, y así siguió. Era como esos muñecos que se usan para aprender anatomía.
Lo último que se le vió fue un corazón palpitando.
- Mi hermano
- A los diez años más o menos. Después nunca más nadie lo vió. Podría ahora estar acá mismo.
- Y si, al principo todo eso nos llamó la atención. Luego nos acostumbramos
- Gracias a usted

miércoles, diciembre 08, 2010

Estábamos al borde del abismo y dimos un paso adelante


La frase de Márquez le hacía arder las orejas mientras terminaba de armar sus cacharpas.
El matungo lo había volteado.
Se acabó. Treinta años de jineteadas
Sin revanchas

Pucha

viernes, diciembre 03, 2010

1era entrada


El espacio.
Ya no está en blanco
Habrá valido la pena?