lunes, abril 13, 2009

Cómo?

Y mientras el Dr intentaba torpemente hilar algo coherente al tal Gutièrrez su ojo izquierdo reparó en la presencia de Everton.
El pequeñajo lo miraba, fija, fríamente; como culpando a un rencor.
Un silencio congeló la sala
Ahí devino la avalancha de los diezmil abrazos de sanidad que le cayó en la cabeza a Esponda y lo dejó con un hilo de vida
-No hay caso, deliraba en la ambulancia. Este guacho tiene algo