jueves, julio 27, 2006

Burocracia Celeste

Desperté en lo que parecía ser una habitación de un sanatorio o algo
así.
Estaba en cama y enchufado a una cantidad de tubos y aparatos, uno de
los
cuales sonaba pii....pii..en un loop continuo.
Mi visión, borrosa en un principio, se fue aclarando con el tiempo.
Lo que vi me impresionó.

A los pies de la cama una pareja de dotadas enfermeras se encontraba
enfrascada en una serie de maniobras lésbicas maravillosas.
A mi inmediata izquierda Al fornicaba a diestra y siniestra
(literalmente) con una rubia y una negra.
Al fondo una dominatrix chasqueaba su látigo sobre otra enfermera
particularmente bella, la cual colgaba esposada y engrillada de una
cadena fijada al techo.

Mi respiración se agitaba, la frecuencia del Pii se hizo cada vez
mayor.
Una de las mujeres de la cama me miró y dijo.
- Está despierto! Es un tipo de verdad!

El pii se hizo continuo. Perdí el sentido.

Al rato volví a despertar. Estaba con mi ponchito de sanatorio que a
duras
penas cubría mis partes nobles. Caminaba por un túnel oscuro con una
luz al final
A medida que me iba acercando las paredes del túnel se iban poblando.
Rostros, imágenes, lugares, totalmente desconocidos para mí.

Finalmente llegué a una oficina obsoleta, donde un antipático
empleadillo me dijo:
- Al fin llegó. Hace rato que lo esperábamos Sr. Ramos.
- Disculpe Sr. Pero yo no me llamo Ramos.
- Pero como? Ud. no es el Sr. Juan José Ramos, que falleció atropellado
por un camión en un accidente?
- No señor.

La cara del sujeto se puso verde. Parecía que iba a prenderse fuego
- Ahora tenemos un expediente abierto y con sujeto equivocado!
Ya hacía calor en la oficina. El tipo me miró fijamente y preguntó:

- Y se puede saber quien diantre es Ud. y por qué está acá?
- Mi nombre es Edmund Warren Coolighan y no sé la razón de mi llegada.
Simplemente me desperté en un túnel. Caminé y llegué acá.
- Bueno, va a tener a tener que comenzar un trámite de devolución.
Lamento las molestias ocasionadas por este equívoco. Por favor pase a la
oficina de la derecha. Allí una de nuestras dactilógrafas le tomará los datos.
Buenas tardes

Me di vuelta y me dirigí a la puerta indicada. En ella un cartel decía
DEVOLUCIONES.
Antes de entrar escuché al empleado bramar por teléfono:
- Adrián, te mando otro equivocado. Por favor hablá con el supervisor
de Gabriel. No pega una!

En la otra oficina todo era actividad. Cientos de dactilógrafas se afanaban sobre máquinas de escribir.
Había una cola frente a un mostrador.

Como no había a quien preguntar y suponiendo
que el último de la cola sabría si allí iba
yo, me dirigí hacia él y sin verle la cara
le pregunté:
- Esta es la cola para tramitar devoluciones?
- Si. Es acá. Me respondió Elber Gazzinari
mientras volteaba hacia mí.

sábado, julio 22, 2006

lunes, julio 10, 2006

Tainted Blood (Love)*


Todos los días jugamos a las cartas con la Muerte.

Ganamos la mayoría de las manos.
De hecho nos resulta tan natural que ni siquiera somos conscientes de ello.
Pero también sabemos que la última; la de verdá, la gana ella.
Son las reglas del juego y en general las aceptamos.

Nuestra único recurso sigue siendo la defensa de la especie, la procreación.
Tratamos de que algo de nuestra ristra de ADN continúe en la próxima generación.
Esa es nuestra inmortalidad última, la de la simiente.

As veces la vieja tramposa, de aburrida nomás, nos muestra por un instante su juego.
Sólo por hacer mal. Simplemente para que nos veamos tal como somos. Pequeños, miserables y tan desvalidos como los de la primera generación.
Sufrimos como condenados que somos.
Y al otro día volvemos a jugar.
Adictos

* Este post no tiene relación alguna con ningún suicidio acaecido últimamente en Uruguay

sábado, julio 08, 2006

La fuga del loco y la sucia

La situación se estaba tornando insostenible.
Seguían ingresando arios borrachos lloriqueantes, que al toparse con el sólido olor a sauerkraut y cerveza vomitados comenzaban a vomitar.
Llegué a contar más de treinta en la mínima celda.

Con el tiempo, por suerte los fueron largando.
Al final quedamos solamente cuatro: Al, que se divertía en una cucheta con un travesti dominicano, un lituano, sosías de Fosforito (el popular personaje uruguayo).y yo.
El lituano era perfecto. hasta los huesitos tenía.

Ahora bien, los germanos se habían ido, pero el vómito no. Aquello era un barrial nauseabundo.
El administrador lo resolvió fácil.
Mandó a dos turcos con unas mangueras de alta presión. En cinco minutos habían hecho salir toda la suciedad por el desagüe.
El precio para nosotros fue quedar empapados.Al rato estaba toda nuestra ropa colgando de las rejas.

En esos momentos mientras Fosforito miraba azorado lo que hacían Al y el travesti, se me ocurrió una idea.
Llamé al guardia y le expliqué que necesitaba ir al médico porque tenía la próstata inflamada.
Dudé, inseguro acerca de su cabal comprensión del problema. No por mi alemán que es excelente pero con un marcado acento austríaco, que a veces en esa zona occidental de Alemania no es cabalmente interpretado. Por suerte el agente era un ex ciudadano de la DDR y me comprendió perfectamente.
Al rato volvió con la respuesta del jefe.

Me dijo que había un consultorio médico a dos cuadras y que allí habría alguien que me pudiera atender.
Debía jurarle, eso sí, que volvería a la prisión una vez culminada la consulta.
Crucé mis dedos de la mano izquierda y juré con la mano derecha sobre el corazón. Le pedí que dejara venir a Al también. Para compañía.
Me dijo que sí, que con mi juramento bastaba.

Me costó bastante separar a Al del travesti y Fosforito, el que que abandonando su pasividad se había sumado al promiscuo nudo.

Agarramos la ropa más seca y salimos de la comisaría.

Eso fue hace dos días.
Ahora estamos en la carretera.
Vamos a Oostende. Cruzaremos el canal. La madre patria nos llama

martes, julio 04, 2006

Prisionero soy



Estábamos con Halle en el pub. Bastante lleno. Jugaba Brasil.

Al no pudo ir porque estaba preso. Para ir a ver a Inglaterra - Portugal no se le ocurrió mejor cosa que pintarse todo el cuerpo con los colores de la rosa, y como única vestimenta sandalias, medias, y una peluca de rulos azulrojiblanca.
Como resultado no pudo ver el partido porque lo encarcelaron ni bien salió del hostal.

En el extremo del mostrador, cerca del televisor y transmitiendo por un celular reconocí al Dr. Ulises María Bartolotta, ex comentarista del clan 10 de Radio Ariel, hoy trabajando para una radio de Rosario (República Argentina), donde suelen recalar los comunicadores radiales deportivos uruguayos en decadencia.

Culminado el triste partido, invité al susodicho Dr. a la mesa y le pregunté sobre sus impresiones acerca del mundial.

Junten ustedes todos los lugares comunes del "periodismo" deportivo oriental, y tendrán una idea de los conceptos que desgranó Ulises durante media hora sin solución de continuidad.
Halle lo miraba abstraída.

Cuando terminó le hizo una guiñada a la morocha.
Ella me dió un beso en la mejilla y se fue tras él. Como flotando.

De pronto sentí necesidad de aire fresco. Pagué y salí a la noche germana
Me alejé el barullo de los festejantes y me puse a observar el cielo.
Mi esperanza de ver a la madre de Kimba se desvaneció. Estaba nublado.
Volví al pub y me emborraché.
Amanecí en la misma celda de Al.