 Estaba el León, magnífico rey de la selva asoleándose, cuando le comenzó a picar el hambre. Como era un tanto perezoso y el sol estaba tan acogedor no se decidía a levantarse para mandar a las leonas a cazar.
Estaba el León, magnífico rey de la selva asoleándose, cuando le comenzó a picar el hambre. Como era un tanto perezoso y el sol estaba tan acogedor no se decidía a levantarse para mandar a las leonas a cazar.Estaba pues en esa indecisión cuando acertó a pasar a su lado una majada de gallinas.
- Gallinita, gallinita gimió falsamente el León.
- Que quieres? contestó desde una prudente distancia la que parecía ser la lideresa.
-Es que tengo un huesito incrustado entre los dientes y pensé que alguna de vosotras con vuestro laborioso pico podría sacarme de esta situación
- Nos crees acaso tontas? Apenas alguna de nosotras se acerque a tu boca os la zamparás de un bocado!
- No gallinita. Juro que no os haré daño ninguno.
-Bueno, dijo la gallinita acercándose. - Pero tienes unas lagañas muy feas. No quieres que te las limpie?
- Te lo agradecería dijo el león relamiéndose.
La gallinita trepó a la coronada testa y de dos certeros picotones dejó ciego al león.
Inmediatamente se abalanzó el resto del destacamento que entre cloqueos y picotones dejó al Panthera leo al borde de la muerte.
En esto estaban cuando hizo su aparición un jabalí verrugoso enorme.
Con un último aliento el león agradeció: - Gracias noble amigo por haberme salvado de esas gallinas. 
- Y quien te ha salvado?, exclamó el asqueroso suino mientras procedía a sodomizar a la ciega e indefensa fiera.
Moraleja
Nunca confíes en las gallinas, hacen el mal aún a su pesar.
Sobre los jabalíes ni hablar


 
 



 
 
