El pequeñajo lo miraba, fija, fríamente; como culpando a un rencor.
Un silencio congeló la sala
Ahí devino la avalancha de los diezmil abrazos de sanidad que le cayó en la cabeza a Esponda y lo dejó con un hilo de vida
-No hay caso, deliraba en la ambulancia. Este guacho tiene algo