Al fin llegamos al hotel.
El taxista que nos trajo desde el aeropuerto era porteño. Recorrimos todo Rabat y alrededores antes de dejarnos en la puerta del Plaza Hotel.
Mientras Al bajaba las valijas me paré frente a la fachada y miré. Más que un cinco estrellas parecía un cinco veces estrellado. De todas maneras alguna muestra de su antiguo esplendor asomaba tras los graffitis y las pegatinas.
Entramos. Un largo y raído caminero atravesaba el lobby y llevaba hasta la recepción.
A pesar de la hora (mediodía), el local estaba en penumbras. Apenas se divisaban las paredes de un color verdoso viejo. Contra la pared numerosos asientos estaban ocupados, pero nadie hablaba. El silencio pesaba. Las valijas pesaban también. pero las llevaba Al. Ni siquiera un botones.
Al final del caminero en el mostrador de la recepción refulgía la pelada del conserje bajo la única luminaria.
Al llegar me dí cuenta que el tipo no era de allí. Es más, lo tenía visto de algún lado.
Claro, era M. Emmet Walsh, un actor de cine. Lo recordé inmediatamente de la película "Perdido en Acción" de Chuck Norris.
Me llamó la atención verlo sumido en esta miseria, pero no le comenté nada.
En mi perfecto inglés le pregunté por Grinsaíno en la habitación 505.
La llave estaba, así que se encontraba en el hotel. Le pedí que llamara a la habitación. Nadie atendió.
La llave me salió más barata que el viaje en taxi.
Le dije a Al que ya volvía, que se quedara en el lobby
Mientras subía en un ascensor de rejas que dejaba ver la escalera vi bajar a cuatro mujeres jóvenes riendo.
Al llegar al quinto piso enseguida divisé la habitación. El 5 final colgaba cabeza abajo. Al lado de la puerta sentado en una hamaca había un tipo raro, pequeño. Jugaba al solitario sobre una tabla. Tomaba las cartas con la punta de una navaja.
No me dejé impresionar y golpeé la puerta. Una, dos, tres veces.
Finalmente usé la llave y entré.
En medio del desorden y la suciedad más extrema, tendido en una cama, desnudo y aparentemente muerto, yacía un tipo.
Supuse que era Grinsaíno.
Todavía respiraba. Lo comprobé con la prueba del espejo. Estaba muy flaco,tal que hubiera sido sometido a grandes esfuerzos y no se hubiera alimentado.
La única solución era una buena sopa de gallina.
La pedí e inmediatamente trajeron un menjunje grisáceo. Con los primeros sorbos pareció reaccionar. Luego se desmayó.
No me sorprendió. A los cinco minutos volvió a abrir los ojos. Esta vez tomó toda la sopa e inmediatamente se durmió.
Mientras tanto me dediqué a revisar el cuarto. Nada había que llamara la atención dentro de ese mugrero.
Hasta que miré en la papelera . Allí, escrito en el reverso de una invitación para un encuentro de ex alumnos del Liceo No. 7 de Montevideo, figuraba mi número de teléfono.
Salí a la puerta y traté inútilmente de dialogar con el personaje de la navaja. Lo único que decía era ñama ñama.
Mucha cosa rara. Nos tendríamos que quedar allí. Pedí las habitaciones 504 y 506.
La perspectiva de pasar unos días en esa ruina no era agradable, pero parecía que había llegado a la punta del hilo.
A la noche cenamos en el hotel una comida local asquerosa. Al se fué a dormir. Yo fui al bar.
No había casi nadie, y la música la aportaba un organillero que tocaba una sóla canción "The final countdown".
Me enjuagué la boca con un aguardiente barato y miré alrededor.
En la punta del mostrador ví a una de las chicas que había registrado bajando la escalera. Estaba muy bien acomodada. Fuera de lugar en un sitio como ése.
Le convidé con un vaso de espinillar pero se negó.
- No bebo alcohol viejito, me dijo en correcto castellano.
- Disculpe Señorita, no quería molestarla.
- No, si no es molestia. Le acepto un vaso de leche de coco. Usted es Uruguayo ?
- Sí, cómo se dió cuenta?
- Todas las mujeres nos damos cuenta cuando llega un uruguayo.
Un muñequito de goma que tengo adentro de la cabeza me comenzó a gritar: Muy Fácil!, Peligro!Lo bueno que tienen los muñequitos de goma es que por más que griten no los escuchamos.
Me concentré en la muchacha. Iba a preguntarle algo.
De pronto un dolor punzante en el occipital, y el mundo que da vueltas a mi alrededor. Después se apagó todo.
Antes de perderme alcancé a escuchar:" fosfforito....."
Rabat
At the aim we arrived at the hotel. The taxi driver who brought to us from the airport was Buenosairean.
We crossed all Rabat and the environs before leaving in the door of the Seat Hotel us.
While To it lowered the valises I stopped myself the facade in front of and I watched.
More than five stars it seemed five times starred.
Of all ways some sample of its old splendor showed after the graffittis and the stickers.
We entered. A length and abraded roadman crossed the lobby and took until the reception. In spite of the hour (noon), the premises were in penumbrae.
Hardly the walls of an old greenish color were descried. Against the wall numerous seats were occupied, but nobody spoke. Silence weighed.
The valises also weighed but it took to Al. bellboys Not even to them.
At the end of the roadman in the counter of the reception refulgía the bare one of the manager under the only lights. When arriving me dí account that the type was not of there. It is more, had sight of some side. Sure it was M. Emmet Walsh, a film actor. I immediately remembered it of the Lost film "in Action" of Chuck Norris.
It called the attention to see to me sunk it in this misery, but I did not comment anything to him.
In my perfect English I asked to him for Grinsaíno in room 505. The key was, so it was in the hotel. I requested to him that it called to the room. Nobody took care of.
The key left more sale to me than the trip in taxi.
I said to A the one to him that already returned, that remained in the lobby While it raised in an elevator of grates that let see the stairs I saw lower to four young women laughing. When arriving at the fifth floor immediately I descried the room.
The 5 end hung head down. Next to the door seated in a hammock there was a rare, small type. It played the solitaire on a table. It took letters with the end from a knife. I did not let myself make an impression and I struck the door. One, two, three times.
Finally I used the key and I entered. In the middle of the disorder and the most extreme dirt, laying in a bed, naked and apparently dead, lay a type.
I supposed that it was Grinsaíno. Still it breathed. I verified it with the test of the mirror. He was very skinny, so that it had been put under concerted efforts and had not been fed.
The only solution was a good soup of hen. I requested it and immediately they brought menjunje grayish. With the first sorbos it seemed to react. Soon desmayó. It did not surprise to me. To the five minutes it returned to be on the awares. This time took all the soup and immediately it fell asleep.
Meanwhile I dedicated myself to review the quarter. Nothing had called the attention within that mugrero. Until I watched in the wastebasket. There, written in reverso of an invitation for an encounter of ex- students of Grammar school no. 7 of Montevideo, it appeared my telephone number.
I left to the door and I uselessly tried to engage in a dialog with the personage of the knife. The only thing that claimed was ñama ñama.
Much rare thing. We would have ourselves to be there. I requested rooms 504 and 506. The perspective to spend days in that ruin was not pleasant, but it seemed that it had arrived at the end of the thread.
To the night we had supper in the hotel a revolting local food. To fué to fall asleep. I went to the bar. There was almost nobody, and music contributed a organillero to it that touched to one sóla song "final The countdown".
I rinsed the mouth with a cheap brandy and watched around.
In the end of the ví counter to one of the girls who had registered lowering the stairs. She was very well rich. Outside place in a site like that one.
I invited to him with a glass of espinillar but one refused.
- I do not drink viejito alcohol, said to me in correct Castilian.
- Young lady Excuses, did not want to bother it.
- No, if it is not annoyance. Him acceptance a Coco milk glass. You are Uruguayan?
- Yes, how occurred account?
- All the women we realize when a Uruguayan arrives.
A muñequito of rubber which I have inside of the head began to me to shout: Very Easy, Good Peligro!Lo that they have the muñequitos of rubber is that no matter how hard shouts not we listened to them.
I concentrated myself in the girl.
It was going to ask something to him. Suddenly a sharp pain in the occipital, and the world that gives returns around my. Later everything was extinguished. Before losing to me I reached to listen: " fosfforito....."
sábado, septiembre 10, 2005
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