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En La Noche
Elber Gazzinari
Agosto 1999
Desde el comedor, mientras tomaba el café que recién había terminado de preparar a las apuradas, Divak observaba a su mujer que dormía en la habitación, apenas iluminada por el reflejo amarillento de la luz del baño.
Yacía desnuda bajo la ropa de cama desordenada. Sus piernas, escapadas a las sábanas, dejaban poco lugar a la imaginación.
Dejó vagar su mirada morosamente desde los pies hacia arriba, y se detuvo en el nacimiento de los muslos.
Animado por la visión, dio un paso hacia ella, pero se detuvo.
Miró su reloj; no tenía tiempo. Debía estar en el aeropuerto a las 6:30 AM .
Encendió la radio.
"....El informe de la Dirección Nacional de Meteorología anuncia que seguirá el calor .
En Montevideo, la temperatura mínima esperada es de 16ºC, y la máxima se espera para esta tarde, cuando el termómetro trepará hasta los 28ºC..."
Fue hasta el escritorio, y comenzó a escribir un mensaje en el bloc de notas para que Leonor leyera al levantarse.
Cuando terminó leyó lo que había escrito. Le gustó. Algo cursi y pretencioso quizás, pero bueno, que puede esperarse de un vendedor.
Dobló la hoja cuidadosamente y en silencio atravesó el apartamento. Entró al dormitorio y deslizó el papel bajo la almohada.
Antes de irse la besó en la frente.
Ella murmuró algo entre sueños y dio vuelta la cara.
Divak suspiró y la tapó, acomodando las sábanas con eficiencia.
Apagó la luz del baño, y se dirigió a la cocina donde dejó la taza a medio tomar.
Recorrió el apartamento, apagó la radio, la computadora y las luces.
Tomó su portafolio de la mesita de la entrada y abrió la puerta para salir.
Al hacerlo, la luz del corredor iluminó un retrato de ella. Detuvo su movimiento, lo miró un instante y luego cerró la puerta.
En el ascensor al bajar, pensó en pedir un traslado o algo así. No soportaba más esos viajes que lo alejaban de Leonor.
En los cinco años que llevaban juntos había calculado que, al menos un año y medio lo había pasado viajando
Al llegar a la vereda, el taxi que había pedido para las 6:00 AM, lo estaba esperando.
Apenas se cerró la puerta, luego de escuchar el ruido de las llaves , Leonor se incorporó malhumorada.
Había estado despierta todo el tiempo, inmóvil, esperando que él tomara la iniciativa, pero no se le dio.
Ni una caricia.
-"Se despidió como si yo fuera su hija", pensó .
- "Y encima me deja cartitas el imbécil"
Agarró el papel que estaba debajo de la almohada y, sin leerlo, hizo un bollo y lo tiró a un rincón.
Se sentía ofuscada, molesta, insatisfecha, pero esta acción pareció calmarla.
-"Ya va a pasar" se consoló.
Se levantó y se puso una camiseta usada por él.
- " Su olor, es lo único que me deja."
Fue hasta la cocina, dejando todas las luces prendidas en su camino, abrió la heladera y sacó una caja de jugo de manzana a medio consumir.
-"No abras la heladera descalza", se dijo a sí misma.
- "No papito", ironizó con voz aniñada
Al tomar directamente de la caja derramó un poco en la camiseta y algo cayó en el piso.
Dispersó el líquido en el suelo con el pie descalzo dejando una mancha grisácea sobre el amarillo pálido de la cerámica y se dirigió al living.
Antes de salir de la cocina vio la taza sobre el mármol, se encogió de hombros y se dirigió al sofá. Arrellanada, encendió el televisor y lo dejó en MTV.
A los diez minutos dormía.
A la noche, al llegar Divak al hotel, luego de un día entero visitando oficinas y hablando con empresarios, lo único que quería era darse un buen baño, comer algo liviano, y acostarse.
Luego de bañarse pidió una llamada a su casa. Nadie, sólo el contestador. Dejó el mensaje, y mientras se vestía ojeó los diarios uruguayos que le dieron en el avión y que no había tenido ganas de leer.
Todos hacían énfasis en noticias policiales, asesinos seriales, crímenes sin resolver. Nada de eso le interesaba.
Para peor el vecino de asiento se había quedado con los suplementos deportivos.
Habían pasado veinte minutos de las nueve y Leonor no llamaba. Decidió bajar al restaurante a cenar.
Al bajar avisó en conserjería que si llegaba alguna llamada para él le encontrarían allí.
Rivaldo, el mâitre, le reconoció apenas ingresó y le indicó la mesa en que siempre se sentaba.
Hacía ya doce años que viajaba a San Pablo regularmente y siempre se hospedaba en ese hotel.
Éste, había agotado ya sus años de esplendor pero mantenía su estilo.
Pidió carpaccio y agua mineral.
Durante la cena recibió dos llamadas de la empresa. Nada de su casa.
Al pasar por la conserjería rumbo al ascensor el empleado le indicó que había un llamado para él. Ya en el reservado le pasaron la comunicación.
Era ella.
Su voz fresca se derramó en los oídos de Divak
- "Hola Víctor, mi amor, ¿cómo estás? Apenas llegué levanté los mensajes del contestador y vi que me habías llamado"
- "Si , te llamé hace un rato largo. ¿Cómo pasaste? Al irme dormías y no te quise despertar. ¿Dónde estabas?"
- "Fui a la redacción, había un problema con la edición de unas notas y si no lo solucionábamos hoy se iba a atrasar el cierre"
- "¿Y no lo podían resolver ellos?, ¿por qué te tenían que llamar?"
- "Ya te conté que el jefe de redacción es un inútil, no sabe decidir nada. Entonces me llama por cualquier cosa. Además me parece que le gusto."
- "Eso no es de extrañar, ¿Acaso puede haber algún tipo al que no le gustes? Pero así no podés seguir. En cuanto vuelva voy a hablar con el fulano , ¿cómo se llamaba?"
- "Se llama Elder, y no vas a hablar nada, esto es un problema mío y yo lo voy a resolver"
- "¿Se llama Elber?"
- "No, Elder. "
- "Bueno, no vamos a discutir por eso. ¿Te gustó el papel que te dejé bajo la almohada?
Mientras hablaba, vestida solamente con la camiseta de su marido, Leonor caminaba frente al ventanal que daba al parque, se sentaba frente al televisor o jugaba con los iconos de la computadora.
- "Claro mi vida, me encantó, además te extrañé mucho todo el día", mintió ella con naturalidad mientras colocaba un CD en el equipo de audio y subía el volumen.
La música tronó en la sala
".....Me dicen el Desaparecido
Fantasma que nunca está
Me dicen el desaparecido
Pero esa no es la verdad
Yo llevo en el cuerpo un dolor
Que no me deja respirar..."[1]
Divak comprendió que había llegado la hora de la despedida
- "Bueno mi vida, me voy a dormir, estoy liquidado"
- "Chau , llamame mañana, te extraño"
Luego de cortar Divak subió a su habitación, se acostó pensando en ella y tardó bastante tiempo en dormirse.
Leonor se preparó una ensalada que comió en la cocina, y se quedó hasta tarde mirando películas viejas en el cable. Cerca de la una, se fue a acostar.
Se sacó la camiseta, y antes de apagar la luz, recordó el papel que le había dejado Víctor.
Miró al rincón, y allí estaba, intacto.
-"Menos mal que vino la limpiadora", pensó.
Fue hasta el rincón, recogió el papel, y se acostó para leerlo.
Para L.(Heart of the Sunrise)
Inexplicable, como la compulsión que lleva a los lemmings a arrojarse a las aguas del Báltico y que me llevó a zambullir, perdida ya la cordura, en las no menos recelosas aguas de una mirada.
Primario, como la necesidad de coronar los erguidos picos que forman tu relieve, a los que trato de conquistar sin organizar expedición ni contar con ayuda alguna.
Ya condenado, perdida toda esperanza, dedico mi vida a explorar cada centímetro de tu geografía en una tarea sin redención posible.
Es el ansia de aprehender tus arterias, tu carne, tu piel.
De bucear en tus ventrículos, de aspirar en la rosada terneza de tus alvéolos.
Es esa lucha sin cuartel que libramos en una lid reducida. La que en el intento de conquista de la inexpugnable matriz lleva a la invariable derrota de la espada.
Es el descanso al abrigo de tu arbusto
Es la sangre que nos precede y se unirá para formar nuevos ríos que correrán por otros cauces.
Es el vacío que duele, el hambre que no será saciada.
Víctor
Mientras leía, una lágrima rodó solitaria, límpida, por su mejilla derecha. Cuando se durmió ya estaba seca.
Divak amaneció descansado, se dio un baño rápido y bajó a desayunar. Era demasiado temprano, y todavía no estaba abierto el restaurante.
Se sentó en el lobby y volvió a pensar en su esposa.
Recordó el momento en que la conoció, un verano en París, hacía seis años ya. La vio y se volvió a enamorar de su imagen.
El resto del día fue similar al anterior, con la diferencia que no podía sacarse la imagen de Leonor de la cabeza.
Eso era normal para él, el segundo día era siempre el más difícil
A la noche no recibió ningún llamado.
Intentó con su casa, pero solo pudo dejar el mensaje.
Esa noche se acostó nervioso. Pasó toda la noche dando vueltas en la cama.
Un presagio oscuro le oprimía el corazón
Al amanecer el repiqueteo incesante del teléfono lo despertó.
- "Hola"
- "Alô?, Divak?...."
TO BE CONTINUED